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domingo, diciembre 05, 2010

El cuento de las zorras y la gallina.

El cuento de las zorras y la gallina.

Este cuento al ser breve en el tiempo espero que se asemeje a la Negociación de nuestro Convenio, sin que nos engañen, finalice con un colorín colorado este cuento se ha acabado, no comieron perdices con los granjeros por ser éstos los malos del relato y la acción.


Les voy a contar un cuento corto, cortísimo, que casi no ocupa espacio y se lee en un santiamén, como tal, es irreal, no tiene coincidencia con nadie ni con nada ni con la realidad, simplemente si aparecen nombres, siglas, etc, es mera casualidad o publicidad gratuita de los mismos, puede ser también una lectura errónea del nombre o de las siglas, váyase usted a saber.

Érase una vez tras otra, en una granja de enormes dimensiones que por su extensión no se pudo medir, unos granjeros (APROSER, ACAES, AMPES y FES) --esto es la publicidad, digamos los anuncios en la tele, pero son gratuitos, no se cobran, pueden aparecer en cualquier línea del cuento— que acampaban, andaban, se movían o paseaban a sus anchas, sin que nadie les limitara o coartara; eran ellos los jefes, los mandamases, vamos, los dictadores del cotarro.


En jaulas tenían a unas zorras zorrísimas, (CCOO, USO y CIG) –Continua la publicididad— , las que se citan. Andaban en las bastas extensiones de la granja como querían, alardeaban entre los animales que allí se cobijaban, que ellas, las zorras zorrísimas, en la granja nada tenían que temer.


En el mismo lugar vivía y trabajaba una gallina, (UGT) –Más publicidad—, gallina, por animal no por cobardía. Ésta, ya en su día y en distintas ocasiones, se enfrentó a las zorras zorrísimas por entender que con su palabrería, falta de seriedad y compromiso, estaban poniendo en peligro a los demás animales.

Una y otra vez, la gallina, insistía al resto de los animales que las zorras zorrísimas estaban y están vendidas a los granjeros por sólo unas pocas, en aquel tiempo llamadas horas sindicales y unos privilegios personales, porque con esto se convertían en liberados sindicales.

Las zorras zorrísimas, secretamente a espaldas de los demás animales y de la gallina luchadora revolucionaria, se reunían con los granjeros, marcándoles éstos las directrices que tenían que seguir, no podían ser autodidactas. Temiendo los animales el resultado de tan secretísimas reuniones se tapaban el culo por el siguiente pensamiento puro, que no viene a cuento, pero te lo cuento:

“Si ves a las zorras mover el culo, tápate el tuyo antes de que te den por culo.
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