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domingo, diciembre 30, 2012

Carta de recuerdo a mi compañero Pepe

Carta de recuerdo a mi compañero Pepe
Nos ha dejado nuestro compañero y amigo Pepe. Se quitó la vida cansado de luchar contra todo. Fue un trabajador que sufrió el acoso de dos años de stress en la miseria. Con los últimos 3 meses sin cobrar se encontraba ya en una situación límite: no tenía ni para comer, ni para gasolina, ni podía pagar el arreglo de su moto. Salía desde Dos Hermanas de madrugada en bicicleta para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Le robaron la bicicleta y se tenía que colar en el tren, y cuando lo pillaban pedía ayuda a los pasajeros o se tenía que bajar en el siguiente apeadero.

En el trabajo era un buen compañero, siempre dispuesto a hacer cualquier turno, a doblar. Aguantó cualquier enredo y chuflería sobre su persona por no perder el trabajo. Pero tenía su corazoncito y su amor propio. Todo se lo guardaba para que no le perjudicaran un mal empresario sin escrúpulos y su piara de cerdos, que por conseguir para ellos ciertas ventajas, no dudaban en vender al resto de los trabajadores. Se suicidó y los que abusaron de su necesidad, su bondad y su miedo tienen parte de culpa en su pérdida, y es de justicia que se sepa.

Todos pensábamos que tarde o temprano se solucionaría sola la situación, o que saldría algún valiente que nos ayudase. Mientras tanto, la miseria le iba ganando la batalla a Pepe día a día; se comía la hipoteca, el bienestar de su familia, los regalos de navidad de sus dos hijos, el tener que llegar a casa y escuchar a su familia que no tenían para comprar lo básico. Siempre con el miedo metido en el cuerpo a los cortes, a quedarse en paro y no volver a encontrar trabajo, a depender de la caridad de los demás para tomarse un bocadillo o ir en tren.

¡Sí, se suicidó! Se lo llevó el estrés acumulado, la falta de descanso, el no poderse defender de esta marea de estrechez, donde se mastica la precariedad y lo necesario se convierte en un lujo inalcanzable. Todo este cumulo de circunstancias negativas pueden destrozar al más fuerte y a Pepe se le agotaron las fuerzas para seguir luchando. ¡Con lo trabajador que era! Se cansó de tener que depender de la buena voluntad de los que le rodeaban. Ya tiene la paz que le faltó los últimos dos años de vida, que le consumieron económica y psíquicamente. Sus amigos de verdad siempre tendrán un hueco en sus corazones por su memoria y le recordarán como un hombre bueno y trabajador.
Descanse en paz: Un compañero de trabajo.
Por favor, pásalo. Se valiente

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