Acosadores e idiotas
Este pacto que
no tiene nombre se veía venir desde las elecciones municipales. ¿A qué viene
ahora la extrañeza de Rubalcaba?
Juan José Millás 9 MAR 2013
Este expediente se resuelve con dos
palabras: da asco. Es una pena que no haya una oficina donde apostatar del
género humano.
-Me desapunte usted de esta mierda, por
favor.
Hablamos, claro de la alianza, en
Ponferrada, entre el PSOE e Ismael Álvarez, una alianza que se veía venir desde
que Álvarez obtuviera sus cinco o seis concejales gracias a los votos de una
sociedad completamente enferma, una sociedad en la que la víctima, Nevenka
Fernández, pese a haber ganado la batalla judicial, perdió la social, pues tuvo
que exiliarse. Y en el exilio continúa. Su acosador, en cambio, fue recibido
con vítores en todos los bares de la región, donde hizo más amigos de los que
tenía antes del crimen. Un héroe.
Se veía venir, decíamos, desde las últimas
elecciones municipales. ¿A qué viene ahora la extrañeza de Rubalcaba y los
lloriqueos de Oscar López, que en el momento de escribir estas líneas continúa
sin dimitir? Lo han hecho todo ante sus ojos. Si lo sabía yo, que soy un
piernas, lo sabía toda la ejecutiva del partido. ¿Pero cuánto vale la alcaldía
de Ponferrada? Mucho, muchísimo, y hablamos de pasta, de pasta de todos los
colores, incluido el negro. Eso ha sido, la pasta. Olvídense ustedes de toda la
retórica biempensante del nuevo alcalde, al que daba asco ver en la tele
abrazándose, ebrio, a sus compañeros. Parecía una escena del 22 de diciembre,
después del Gordo. Y es que, en efecto, le había tocado el Gordo.
En su día, Nevenka se quedó sola,
completamente sola, ya que el feminismo de la época pensó: “Que se joda, no
haber sido de derechas”. Así me lo reconoció, tras la publicación de mi libro
sobre el caso, un grupo de mujeres socialistas que me invitó a cenar y me
regaló un ramo de flores. Así que teníamos, por un lado, a Ana Botella, y todos
los suyos, solidarizándose con el acosador y, por otro, a toda la izquierda
callada frente a lo que consideraba un ajuste de cuentas entre gente de la
derecha. Que lo arreglen entre ellos. Que se joda. No haber sido guapa.
Pero porque hay historia, y una historia muy
fea, este pacto explícito entre acosadores e idiotas no tiene nombre. ¿Pero
dónde estaban, Dios mío, dónde estaban, todas las militantes del PSOE en el
momento de consumarse la moción que daba la alcaldía al tonto de Samuel
Folgueral? Perdón, ya caigo: estaban celebrando el Día Internacional de la
Mujer.
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