Al menos cuarenta colegios han
sido juzgados ya en España por obviar casos de acoso escolar
- El acoso escolar da el salto del patio de recreo a los tribunales de Justicia.
- Los padres demandan indemnizaciones a los colegios por daños y perjuicios.
- Los jueces condenan solo si tienen pruebas de que no se frenó el maltrato.
- Las multas que les imponen, muy dispares: de 2.000 a 30.000 euros.
- Aumentan los acuerdos extrajudiciales para evitar una sentencia condenatoria.
- "Económicamente no compensa, pero hay que denunciar", cuenta Mónica, que ha logrado la mayor conciliación judicial por un caso de acoso.
- 18.03.2013
Ocho años después de que la sociedad despertara de
golpe al problema social del acoso escolar —con el salto mortal de la
muralla de Hondarribia (Guipúzcoa) de Jokin Zeberio, un chaval de 14 años que
no aguantó más las afrentas, burlas y agresiones de sus compañeros de clase—
este grave asunto llega cada vez con más frecuencia a los juzgados.
"La litigiosidad en el acoso escolar avanza al
ritmo que crece la sensibilidad social", explica Pedro González, un
abogado madrileño cuyo teléfono no deja de sonar estos días. Al otro lado de la
línea, padres muy preocupados con el sufrimiento de sus hijos, que se sienten
machacados por sus compañeros de clase.
En España ya existe jurisprudencia en la
responsabilidad civil de los centros educativos ante el acoso escolar Si llaman tanto al despacho de González es
porque este letrado madrileño consiguió que el colegio privado Amor de Dios de Alcorcón
(Madrid) indemnizara con 24.000 euros a una familia tras incumplir el
"deber de cuidado" de un alumno de 10 años ante "una situación
de acoso que toda la clase y los profesores conocían", como especifica la
sentencia. Y este mes de enero logró que el colegio concertado Ramar de Sabadell
(Barcelona) accediera a compensar con 30.000 euros a otra familia por un caso
idéntico.
En España ya existe jurisprudencia en la responsabilidad civil de los centros
educativos ante el acoso escolar. Los centros pueden ser condenados por omisión
del deber de cuidado y al menos cuarenta colegios han visto sentarse a la
dirección en el banquillo de los acusados por mirar para otro lado ante las
situaciones de acoso. Muchas escuelas han recibido sentencias condenatorias,
otras han elegido la conciliación y evitar el proceso judicial. En su mayoría
son centros concertados o privados. Los litigios con la escuela pública se
dirimen en lo contencioso administrativo, un ámbito más complejo para reclamar.
Los juicios a colegios, casi todos
posteriores al año 2000, demuestran que "a los jueces no les tiembla el pulso" a
la hora de condenar si se acredita que profesores, tutores y directores
hicieron caso omiso o permitieron que un compañero sufriese vejaciones
continuadas de sus iguales, explica la abogada catalana Nuria Rebón, experta en
denuncias de acoso.
Prevalencia del acoso escolar
La muerte del adolescente Jokin Zeberio, en
septiembre de 2004, marcó un antes y un después en la consideración social del
acoso escolar. Ese día los abusos entre iguales dentro de la escuela dejaron de considerarse "cosa de
críos".
Los estudios más fiables, como el Cisneros
X de 2007, aseguran que el
23% de los alumnos en España han sufrido alguna vez hostigamiento continuado
por parte de compañeros. Las situaciones más graves —que se metan con ellos
hasta llorar o les peguen— suman un 4%. Las edades más conflictivas, de los 11
a los 14 años.
Con todo, ocho años después de la muerte de
Jokin, ni Educación ni Interior aportan dato alguno sobre el número de casos de
acoso que se dan al año en España. La Fiscalía de Menores a penas dedica ocho
líneas al acoso escolar en su memoria de 2012. Y este tipo de agresión no está tipificado como delito.
El 23% de los alumnos en España han sufrido
alguna vez hostigamiento continuado
La fiscalía percibe, sin aportar datos, un
"continuo descenso" de los casos de acoso escolar
gracias a las actuaciones preventivas de los colegios y a su vigilancia de la
violencia en el ámbito escolar.
Ferrán Barri, presidente de SOS Bullying,
ONG creada en 2004, opina que "si bien antes había una negación total del
acoso, los planes de convivencia de los centros educativos abordan ahora mejor la situación.
Se trabaja más en la prevención y en la detección precoz, pese a que hay bastantes casos todavía en los que no
se actúa correctamente", añade.
Encarna García, de ACAE (Asociación contra
el Acoso Escolar), es bastante más pesimista y subraya que hay excepciones
honrosas entre los centros educativos, pero la mayoría "no saben cómo afrontar el acoso
o no quieren ver este problema".
Denuncias a los centros
R. tenía 9 años cuando empezó a sufrir
burlas de un grupo de compañeros de su clase. Burlas que derivaron en
agresiones verbales, aislamiento y palizas. Su madre explica que R interiorizó
que ese "era el papel que le tocaba jugar en la pandilla". Pero la
violencia fue a más y R. cayó
en depresión, dejó de comer y sentía pavor al ir a clase. Los
padres intentaron cortarlo de raíz. Hablaron con los maestros, con la tutora,
con dirección. Todo fue en balde. Los compañeros de R "le regalaron una
paliza" el día de su 11 cumpleaños y sus padres decidieron cambiarle de
colegio e interponer una demanda contra el centro educativo, el Ramar de
Sabadell, por daños y perjuicios.
Los niños menores de 14 años son
inimputables, lo que hace que los padres una vez han agotado todas las vías
administrativas para poner fin al acoso de sus hijos se inclinen por denunciar a la escuela por omisión del
deber de cuidado.
"Cada vez más padres van a los
tribunales porque hay más
conciencia de que se debe denunciar", explica la abogada
Rebón. También Araceli Oñate, inventora de una herramienta para calibrar el
grado de acoso al que es sometido un niño muy utilizada en los peritajes, opina
que la juidicialización del acoso "es una tristísima realidad, creciente
ante el silencio administrativo".
Cada vez más padres
van a los tribunales porque cada vez hay más conciencia de que hay que
denunciar De las
primeras condenas que se hicieron públicas, la más famosa es la del Colegio Suizo de Alcobendas
(Madrid). Un juez de primera instancia desestimó la denuncia de los padres,
pese a que obraban en su poder vídeos probatorios del acoso. Recurrieron y la
Audiencia Provincial condenó al centro privado a la multa más alta impuesta
hasta la fecha en Europa, 30.000 euros.
La primera condena a un centro de
titularidad pública recayó en el C. P. de Hellín. Un juez impuso a Castilla La
Mancha una multa de 2.000 euros, más los gastos del psicólogo, para la familia
de una exalumna de 10 años. El juez destacó en la sentencia la actitud "omisiva y en ocasiones
permisiva" ante los malos tratos psico-verbales recibidos
por la niña.
El último centro en ser sancionado, el Ramar, pactó en enero abonar 30.000
euros para evitar el juicio, no sin antes reconocer ante el
juez su responsabilidad en el maltrato continuado del exalumno R.
"Estamos ante un fenómeno nuevo, que
crece, y que si no despega es
por el freno de una justicia muy cara", destaca Ferran
Bullí, de SOS Bulling.
Litigar sale caro
Denunciar el acoso escolar cuesta mucho dinero.
Mónica, la madre que se enfrentó al colegio Ramar de Sabadell, tuvo que ampliar
la hipoteca. Ella obtuvo la mayor indemnización extrajudicial por un caso de
acoso (30.000 euros), pero echando cuentas descubrió que se había gastado
22.000 euros entre "abogados, procurador, informes, psicólogos y
desplazamientos..."
Las multas o compensaciones que imponen los
jueces en este tipo de casos son todavía, a juicio de los abogados, demasiado
dispares. Llamativamente se toma
de guía las indemnizaciones por accidente de tráfico, pero en
las sentencias estudiadas la compensación oscila entre los 2.000 y los 30.000
euros.
Sin embargo, denunciar no siempre significa
ganar. El abogado Pedro González avisa: solo lleva a juicio "como
mucho", una cuarta parte de los casos que le llegan. "Si el juez no lo ve claro no habrá condena",
explica. Les ha ocurrido recientemente a dos familias, que han perdido sendos
litigios contra los colegios Joan Pelegrí, en Barcelona, y los Maristas, en
Madrid.
Si se le pregunta al abogado sevillano
Gregorio Martinez Tello —especialista en responsabilidad civil— si
judicialmente se acabará con el acoso escolar, Martínez Tello
contesta:"¿Acaso ha acabado el código penal con los asesinatos? Denunciar
debe ser el último paso. Primero está la detección precoz y la
prevención", insiste. "Pero
estas sentencias ayudan a que los centros pongan toda la carne en el asador con
el acoso", remata. Su colega González coincide: "Las
condenas suponen un toque de atención a los colegios".
Los directores del Colegio Suizo y del
Ramar declinaron hablar para
20minutos.es. Un portavoz jurídico de la compañía religiosa
dueña del colegio Amor de Dios, centro condenado por "tolerar el
maltrato", sí reconoce que "la herida aún sigue abierta" en su
comunidad educativa, que la sentencia ha producido un efecto llamada y ahora
afrontan varias denuncias similares. Sin embargo, admite también que conllevó
la implantación de un plan de detección precoz del acoso en los 23 centros
educativos de la congregación".
¿Cómo identificar el acoso escolar?
Para determinar si un colegio ha sido
negligente en su actuación es preciso demostrar que el acoso ha sido persistente en el tiempo, de la suficiente
gravedad y en el ámbito de vigilancia y control del centro
escolar.
Según la especialista Araceli Oñate cada
vez hay más denuncias en las consejerías de Educación y "escandalosamente
más violencia en las aulas". Para Oñate, "la institución educativa ha
aprendido que es más rentable excluir a un alumno que admitir la realidad"
denuncia. De hecho, en el 99% de los casos es el niño acosado el que deja el centro escolar,
no sus agresores. "La mayoría de los traslados se producen precisamente
ahora, a mitad de curso", expone.
Oñate opina existe una negación institucional
que hace que los padres terminen recurriendo a los juzgados. En su opinión,
Educación se ha puesto del lado de las conductas del maltrato por falta de
acción y advierte: "Los niños acosadores que no son corregidos a tiempo
salen como verdaderos depredadores al mundo laboral, familiar y social".
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