El otro día se acerca hacia mi un Jefe de Módulo y me pregunta ¿qué color sientes? ¡YO! Me quede sorprendido ante tal pregunta, pues no venía a cuento por su incongruencia y su sin sentido, pero claro, pasado ese momento en el que parece que te quedas en blanco, conteste sin dudar: “el amarillo”; tengo que aclarar que trabajo para la empresa Prosegur en Metro Madrid; continuando con mi respuesta, ya que estaba incompleta, le agregue: “el amarillo que es el color del oro, que abre puertas y que todo lo puede, con ese se puede vivir, disfrutar y ser un tirano, un hipócrita, con el que todos te perdonan tus defectos, tus desprecios y, cuanto peor les tratas más admiración te veneran y más te quieren, ese es también el color que los dirigentes de esta empresa prefieren y quieren tener, les da poder, posición social, quieren atesorar para ellos.
Mi tesoro, mi tesoro.
El pringao, el que no piensa como tu, continué diciéndole, siente ese color amarillo que lleva o que arropa el logo de Prosegur, ese si que no te da de comer pero enriquece a otros atesorando dinero que en el fondo es oro, es color amarillo.
La espiritualidad que da ese color amarillo de la empresa la usan los mesías, los profetas de esta empresa para lavar el celebro, si es que lo tienen, a personas como tu.
Por eso, te vuelvo a decir: ¡YO! Siento el color amarillo del oro, ese que los mandamases, los que están por encima de ti en la empresa quieren tener, atesorar.
Mi tesoro, mi tesoro.
Tu quédate con ese que en algún momento de tu vida te has puesto antes de convertirte en el becerro que les produce el color que ellos desean y que guardan en sus cuentas corrientes , en el banco.
Mi tesoro, mi tesoro
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