Las reacciones posteriores al cruzar nuestro límite de tolerancia, son variadas y diversas, y pueden incluso estimularnos a concretar acciones que luego de consumadas, nos hagan sentir arrepentidos.
Podemos descubrir a diario, que cada quién maneja variables propias para medir su tolerancia, planteando diversas técnicas o pensamientos sobre como desanudar el así llamado “Punto límite” personal.
En este sentido afirmamos sin temor a equivocarnos que la tolerancia, no soporta medición general, y es a partir de aquí, que te comparto esta mirada al respecto de su punto límite.
Y digo bien en equilibrio ya que la baja tolerancia, o en su extremo la excesiva, nos enferma. Nos impide discernir sobre aspectos de otros que no aceptamos o en su defecto, nos acostumbramos sumisamente a callar y soportar personas y situaciones que a la larga, nos contaminan e intoxican de manera literal.
Como ejemplos adversos vemos la gran capacidad de tolerancia al alcohol que muchos sufren, o al maltrato físico o psicológico de tantas personas, que terminan siendo víctimas de abusos aberrantes.
Más evidente en estos días es, la baja tolerancia al respecto de aquél que piensa distinto, y que provoca acciones represivas y manipuladoras para callarlo, convirtiendo a unos en sometidos, y a otros en totalitarios.
El punto límite de la tolerancia; ese momento donde no aguantamos más esa diferencia y concretamos una acción directa, nos deja a grandes rasgos, dos caminos a seguir:
–El rechazo y sus variables (represión, evasión, sumisión, ira, violencia, negación, etc.)
–La aceptación, trayendo a nuestra vida discernimiento, comprensión, liberación, verdad, amor, etc.
En este último punto queda claro que dicha aceptación, no nos obliga a pensar, sentir o creer en aquello que el otro sostiene. Simplemente reconocemos a esa manera de ver la vida, como una verdad más, en el mundo diverso que todos compartimos.
Es obvio que en aquellas situaciones donde el “punto límite” se encuentra por violencia o agresión hacia nuestra persona, no nos exige aceptarlo sin que hagamos nada al respecto.
El entendimiento y comprensión de formas enfermas o distorsionadas de ver la vida (ya sea al terrorista extremista, violador, asesino, etc.) no nos pide que respondamos con la misma moneda.
Nos habilita para protegernos como individuos y/o grupo social de manera civilizada para sanar, y nunca para vengarnos.
Es entonces la tolerancia, un primer paso a recorrer en esta gran aldea global, que nos plantea en sus puntos límites la enorme posibilidad de crecer, obtener discernimiento, y sanar nuestras miserias internas en función de comprender la diferencia, esta maravillosa capacidad que nos alimenta y enriquece como individuos dispuestos a lograr, la tan ansiada trascendencia.
Revisemos entonces las reacciones hacia aquello que nos empuja al punto límite, reflexionando.
Llegaremos así a comprender a esa verdad que no compartimos, como la de otro, una más de las tantas verdades que conforman el abanico multicultural, enfocando entonces la mirada en nuestros propios pasos, y aligerando el verdadero y exclusivo camino, de evolución personal.
(*) Especial para UNO Medios
Contacto: http://www.asi-sea.com; Ricardo@asi-sea.com.
Mostrar al Mundo Entero, Por favor copiar, por favor compartir
http://www.unoentrerios.com.ar/contenidos/2010/05/23/noticia_0032.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario