El dueño de una fábrica contrató a un vigilante de seguridad para el turno de noche. Todas las mañanas se encontraban, se saludaban, intercambiaban algún comentario y el último informaba al primero de las novedades que pudieran haber ocurrido.
Un día, el dueño le dice al vigilante:
"Voy a mi despacho a recoger unos papeles y me marcho corriendo al aeropuerto que tengo que coger un avión, me voy a Kapurthala a ver si cierro un negocio. ¿Ha habido algo raro?"
El vigilante contesta:
"Pues no, no ha habido nada digno de mención, pero le voy a decir algo: no vaya hoy de viaje, porque esta noche he soñado que usted se subía a un avión y se terminaba estrellando, y lo que yo sueño se suele cumplir".
El hombre queda impresionado y decide suspender el viaje. Durante la mañana, mientras escucha la radio, dan la siguiente noticia:
"El avión que partía hoy rumbo a Kapurthala, se ha estrellado poco después de despegar, el impacto ha sido tremendo y no hay supervivientes."
Muy afectado, se marcha a su casa, y al volver al día siguiente a la fábrica, le dice al vigilante:
"Quería darle las gracias por haberme salvado la vida, y como muestra de reconocimiento, aquí tiene 6.000 € de gratificación. Está usted despedido".
Pues muy sencillo: si el vigilante dice "esta noche he soñado", es porque en algún momento ha estado durmiendo, por lo que difícilmente pudo cumplir con su obligación. Fácil, ¿no?
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