Los sacrificios que se avecinan
Los nuevos deberes que Merkel exige a España se traducirán en salarios más bajos y quizá más impuestos
YOLANDA GÓMEZ / MADRID
Día 06/02/2011
La primera receta, desligar las subidas saláriales de la evolución de la inflación y vincularlas a la productividad, afecta directamente a la línea de flotación de la negociación colectiva en España. La reforma del sistema es inminente. Empresarios y sindicatos llevan semanas negociando y la nueva fórmula debería estar lista en un mes. Pero hasta ahora ni el Gobierno ni los agentes sociales se habían planteado la posibilidad de eliminar las cláusulas de revisión, que se incluyen en buena parte de los convenios colectivos de nuestro país y que protegen a los trabajadores frente a la inflación. De hecho, hay un acuerdo entre empresarios y sindicatos, con vigencia hasta 2012, por el que los trabajadores aceptaban subidas saláriales mínimas, de entre el 1 y el 2%, pero con una cláusula de revisión al término del periodo, por el que se compensará a los empleados si la inflación sube por encima de estos incrementos del IPC.
Es cierto que el mensaje de Merkel no suena a nuevo en nuestro país. El Banco de España lleva años pidiendo lo mismo. Pero está claro que en un momento como el actual, con la inflación por encima del 3% y la mayoría de las empresas del país en una situación muy delicada, suprimir las cláusulas de revisión salarial se traducirá de manera automática en una pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores. No obstante, la crisis ya ha hecho mella en los derechos de los mismos y si en 2009 más del 70% estaba protegido frente a la inflación, en 2010 apenas el 45% tenía cláusulas de revisión salarial.
Además, el Gobierno pretende endurecer las condiciones para cobrar la prestación por desempleo, ligándola a la búsqueda activa de un puesto de trabajo y a la asistencia a cursos de formación. También se plantea quitar el subsidio a quien se niegue a aceptar ofertas de trabajo.
Asimismo, en el marco del desarrollo de la reforma laboral, se quiere eliminar la ultraactividad de los convenios, de modo que no se prorroguen automáticamente si la empresa y los sindicatos no llegan a un acuerdo.
Techos de gasto
Otro de los avisos de Angela Merkel se refiere a las cuentas públicas. «No gastar más de lo que se ingresa es mi receta», explicó la canciller. Una receta que, por cierto, España había interiorizado muy bien desde la segunda mitad de los noventa, cuando el PP convirtió el déficit cero en su objetivo prioritario y lo impuso por ley a todas las administraciones. Con el PSOE y las vacas gordas se consiguió el primer superávit de la democracia en las cuentas españolas, pero también se relajaron las exigencias y el control del gasto lo que, unido a la crisis, ha disparado los números rojos de todas las administraciones.
Pero las que más preocupan en Europa son las comunidades autónomas. El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha rechazado en varias ocasiones imponer un techo a las autonomías, pero es muy probable que no le quede más remedio que hacerlo. De momento, ya se está prohibiendo endeudamiento a las autonomías que no cumplen los objetivos de déficit hasta que no presentan duras medidas de ajuste. Ya son varias las comunidades que han puesto en marcha subidas de impuestos para hacer frente a la reducción del déficit. Nuevos tramos en el IRPF para las rentas más altas, subidas en el impuesto de transmisiones e incluso un tributo a la banca son algunas de las medidas que ya han empezado a aplicar varias comunidades. Pero no será suficiente. Recortes en el gasto y, probablemente, en la prestación de algunos servicios parece inevitable en el corto plazo y, en un horizonte algo más largo, se dibuja el posible copago sanitario, mayores tasas universitarias y la supresión de entes y empresas públicas.
Y tampoco se pueden descartar subidas de impuestos en el ámbito estatal. Si la economía no crece como el Gobierno prevé, habrá que buscar nuevos ingresos o meter de nuevo la tijera al gasto para cumplir con el déficit.
Por favor,
pásalo. Se valiente
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